Antes de nada, decir que estamos hablando del cerro de la Sierra de Enmedio, que hay justo a la espalda de Las Norias, y que en sus faldas, termina la finca que hoy día es propiedad de GARLA S.A, que antaño, cuando yo era pequeño, estaba de arrendatario, de labrador, según usos y abusos de la época, Juan Alcaraz, y que posteriormente compró mi tío José, estando bastantes años explotando dicha finca y viviendo en Las Norias.

Hilvanando los hilos de los tejidos de mis primeros recuerdos que tengo de las fiestas de Las Norias, que tengo guardados en el torpe y lento disco duro de mi cabeza, que de eso tiene bastante. Estando con mi amigo de la infancia, Jesús Alcaraz (que vivía en la casa de dicha finca ahí en Las Norias) en el Peñón pastoreando nuestros ganados de ovejas y cabras, fue cuando me dijo de subir al pico del Zoilo para ver mejor los preparativos de las fiestas de Las Norias, estamos hablando de un día de aquellos otoños de sol plomizo/rojizo picoso, un día de octubre de principios de la década de los años sesenta, que contaba, apenas diez años de edad. Y así me dijo, Jesús, -vamos a subir hasta el picacho del ZOILO, ya verás que bien se ven Las Norias-, -se ven hasta las verbenas y las bombillas-.




Y así, buscando y rescatando, los archivos de mis primeros recuerdos de las fiestas de Las Norias (que desde luego, era muy pocos añitos), ya digo, me viene el recuerdo de subir al pico del Zoilo, que no sé exactamente el nombre del cerro, Zoilo, Zuilo, más o menos, así sonaba, en realidad, me parece que el nombre de ese pico correcto es el cabezo de Huércal (será porque desde allí se ve muy bien Huércal Overa), en fin, la cosa es que, subimos al cerro del Zoilo para ver mejor Las Norias, y desde esa altura, se veían sus pocos habitantes andando por sus dos pequeñitas medio calles y callejones. Y así es, de como veíamos a los mayordomos y sus colaboradores trabajando en los preparativos de sus verbenas, sus adornos, sus luces, el local para que tocara el conjunto músico vocal que era la gran atracción. Y desde allí lo alto del pico, desde ese cerro de la Sierra de Enmedio, oteábamos la aldea, que nos parecía una estampa sacada de la Enciclopedia que teniamos de primer grado que estudiamos, con su Iglesia, sus escuelas, sus callecitas y sus callejones, rodeada de sus llanos de tonos rojizos de tierra labrada con las bestias, sus montones de tapaneras rozadas, sus bancales con sus almendros sin hojas, sus olivos, su rambla con sus retamas. Y desde ese picacho, ya en nuestras tiernas e inocentes mentes de niños, brotaban los destellos de nuestra alegría, pensando que dentro de unos días, de un día, de unas horas, empezaba la fiesta de Las Norias, ese regocijo de cosquilleo que nos invadía, nos irrumpía, nos empapaba, nos impregnaba, nos embebía todo el cuerpo, desde los dedos de los pies hasta los pelos de la cabeza, quedándose todo nuestro cuerpo como si fuera una esponja de mar, con lo que todo ese conjunto de sensaciones, nos producía esos sentimientos y emociones de bonanza, bienestar, que parece ser, se le da el nombre de felicidad. Es decir, que circulaba la felicidad por nuestro cuerpo como el agua por los poros de las esponjas marinas.




La verdad, siempre he meditado sobre esas sensaciones, físicas, bióticas, psíquicas, anímicas, espirituales del pensamiento. Por eso, ahora en la actualidad, no me queda más remedio que pensar, reflexionar en los momentos históricos socio/económicos que vivimos de tanta abundancia y nos monten, se inventen esa catástrofe de la crisis, que nadie sabe realmente lo que es, pero los grandes pensadores, filósofos, economistas, historiadores, intelectuales si saben perfectamente de que se trata, y no es otra cosa que la forma de vivir en el sistema de organización de la sociedad y de la economía imperante en el mundo, que se llama, capitalismo, que no da para más, y es vorazmente destructor en todos su aspectos, humanos y medioambientales, porque no es normal que unos pocos estén multimillonarios perdidos y la mayoría de las personas del mundo esté pasando calamidades. Porque si nos trasladamos a aquella época nos damos perfectamente cuenta de como con tan poco dinero, con tan pocos recursos materiales, con tan poco de consumo, con tan poca de tecnología, hay que ver cuanta felicidad corría por nuestro cuerpo. Por eso, yo pienso, que nos faltaba algunos de los servicios públicos necesarios y básicos, que hoy siguen faltando, por tanto poco ha cambiado la cosa.




Bueno siguiendo con la Fiesta de Las Norias, me acuerdo que me dice Jesús, después de subir al pico del Zoilo, quedamos en un punto concreto para vernos en la noche grande de la fiesta, porque del gentío que hay en la noche del sábado, tal vez no nos viéramos, por tanto, para evitar problemas quedábamos en la esquina de la casa del Tío Morillas. Y ya el dia del sábado de la fiesta del pueblo, cuando caía la noche corríamos calle arriba y calle abajo para ligar, o tirar algún que otro petardo. Pero yo, por muchas carreras que me hiciera, de calle arriba calle abajo, nunca ligaba ni con recomendación, era un desastre, le tenía horror acercarme a una zagala, nunca sabía que le iba a decir, no tenía ninguna palabra adecuada ni bonita, pensaba demasiado y tenía miedo a que me mandara a la a freír espárragos. Y es que en aquella época las mozas, eran bastante cortantes, y costaba mucho. De todas formas, como siempre había de todo, porque había colegas que si ligaban, por ejemplo Lorenzo y el propio Jesús.




A propósito de las fiestas de Las Norias, de sus alegrías y felicidad, de su razón de ser, también quisiera aprovechar para filosofar un poco sobre los estados de ánimo personales de nuestras vidas, cuando sentimos eso de la alegría, de la felicidad, algo tan complejo y tan difícil de comprender, pues la vida en sí misma es muy difícil de entender, tan difícil, que no hay ni psicólogos ni psiquiatras, psico-sociólogos que de forma inequívoca y clara nos lo puedan explicar. Y yo pienso, que cada día que pasa, vamos perdiendo los verdaderos horizontes de nuestra existencia, independientemente del concepto que tengamos de Dios, todos somos criaturas del universo, y por tanto todos tenemos derechos a vivir y ser felices como las plantas y los árboles, y no tanto se trata de la pérdida de tal o cual valor, la cosa es mucho más grave, porque se trata que nos ciegan de una forma brutal con las baratijas de los flashes encandiladores del consumismo, y lo peor de todo, el culto a su aliado, el dios dinero, que sustenta todos aspectos y caras de la vida, que es lo más absurdo y necio, ya que aparte de no darnos felicidad, nos priva de nuestro tiempo libre por las muchas horas de trabajo que hacemos, supuestamente para satisfacer nuestras necesidades básicas. Estamos en una sociedad totalmente viciada en todos sus aspectos humanos/sociales, y en modo alguno hablo de teorías políticas ni religiosas, sino estrictamente humanas de la necesaria convivencia, como decía Publio Terencio Africano, 165 años antes de Cristo, en su obra El enemigo de sí mismo donde el personaje Cremes para justificar su intromisión dice Homo sum, humani nihil a me alienum puto, que significa: Hombre soy, nada humano me es ajeno, y que el filósofo y escritor español de la generación del 1898 Miguel de Unamuno, en su obra Del sentimiento trágico de la vida(que he leido), corrige a Terencio para decir: Nullum hominen a me alienum puto que significa Soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Yo me quedo con el principio filosófico de Miguel de Unamuno, porque es más auténtico humano, entendiendo hombre como género humano, que engloba a féminas y machos, en sentido neutro y asexual, es decir, ni machismo ni feminismo. Y es que con este principio voy a desembocar otra vez a la alegría y felicidad de las fiestas de Las Norias, la vida en un pueblo, en una aldea, es mucho más sana, por tanto, como la tierra sin contaminar se generan, germinan (como las flores, la vegetación) todas estas bellas y lindas sensaciones de felicidad, de bienestar, de alegría, y no hace falta grandes recursos de dinero, de ahí el error del sistema. Por eso, para mi la Fiesta de Las Norias, siempre ha sido de los acontecimientos, que más felicidad me producen, y menos dinero me cuesta, cuando voy para allí, digo que es mi pequeño paraíso refugio. Y estos fenómenos pasan en la mayoría de las fiestas de pueblos/aldeas/ barrios pequeños etc. etc. y estos estados anímicos de las personas nacen del trato directo del hombre, y sin tapujos, de tu a tu, con miradas entrecruzadas y vasos comunicantes de nuestros pensamiento interactuando relajadamente, sinceramente sin logos publicitarios, sin marketing, sin pensamientos prefabricados, sin apariencias artificiosas, sino todo lo contrario, siendo cada uno, tal cual, aceptando y reconociendo al otro tal cual, sin querer tu ser más que nadie, siendo iguales como hombres/mujeres en el trato y muy diferentes en lo personal que enriquecen nuestras vidas, los unos con los otros, y los otros con los unos . Eso es lo esencial, para que todo ser humano, para que todo hombre y mujer, seamos más felices. Lo demás, eso que llaman, el consumismo, el mercado, la competitividad, el crecimiento, eso despierta la envidia del otro, te hace creer que eres más que nadie, tiendes a comportarte fingiendo quien eres, todo eso, son trampas y errores que corroen y arruinan a la felicidad, y lo que es peor, producen muchos estrés y ansiedad. Por eso, es necesario subir, aunque sea en pensamientos, a ese pico del Zoilo, o cabezo del Huércal, para llenar los pulmones de oxigeno sano de la naturaleza, de romero, tomillo, lentisco, carrasca etc. y cuando bajemos nos miremos, tal cual, relajados, hablemos de lo más elemental de nuestras vidas, con los sentimientos más robustos, más fuertes, que unidos hacen la plena de la felicidad, cultivemos la amistad cargada de humanidad, que es lo que nos distingue otros seres vivos del planeta, con la consciencia y la voluntad de no hacer daño al otro ser vivo, que es como nosotros, y no le neguemos lo que a veces nosotros mismos con nuestro vicios tenemos en exceso. Por eso hay que disfrutar de la forma que sea, pero respetando a los otros. Bebamos tranquilamente, pausadamente, moderadamente, nuestra cerveza, nuestro vino, cada uno lo que le apetezca, sin ser extraños uno para el otro, sea quien sea, que nos paremos a charlar, con cualquiera en cualquier sitio que nos encontremos, y sintamos la alegría, felicidad de esos momentos de estar juntos, de comunicarnos, interactuar. Ya que por circunstancias personales, la mayoría de nosotros, no nos podemos ver nada más que en estas ocasiones, que son tan especiales, porque no debemos perder de vista nunca nuestras raíces, eso es lo más hermoso de los seres humanos, y nunca, somos ni seremos mercancía, eso ni se compra ni se vende con dinero, somos producto de nuestra tierra y entorno, sencillamente compartimos por unos momentos, nuestros sentimientos, nuestras emociones humanas, de hombres y de mujeres. Esta es la principal visión que tengo desde el pico del Zoilo de la fiesta de Las Norias. Que siga la fiesta siempre.

Nos vemos. Saludos.




P.D. Ese lugar siempre lo llevo conmigo, donde quiera que esté, por eso os mando este pequeño recuerdo de antes y de ahora, desde mi simbólica barraca de la Capital Murciana, otrora rodeada de la huerta que llamaban de Europa convertida en el día de hoy en cemento, ladrillo, circunvalaciones, autovías, contaminación, ruidos etc. etc., es decir, hormigón por todos lados, en vez de melocotoneros, ciruelos, albaricoqueros, naranjas, limonero. Tan buenos como estaban. Hay quien a todo esto le llaman: progreso, y yo le llamo, destrucción masiva de nuestra única madre naturaleza.

Murcia a 10 de agosto de 2011 a 40º de temperatura. (Con el fresco que hace en mi Sierra de Enmedio).


Pedro Martínez Díaz


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